jueves, 22 de octubre de 2015

Metrolinea,  recordatorio a la urgencia de formar ciudadanos en la Ciudad

Entradilla: El Sistema Integrado de Transporte Masivo del Área Metropolitana de Bucaramanga (Metrolinea) y los problemas de movilidad en la ciudad se han convertido en un tema recurrente desde el inicio del mismo en 2006. El actual trabajo relaciona los eventos más recientes con las posibilidades de intervención desde el fortalecimiento de la civilidad.

Por: Óscar Eduardo Rueda Pimiento. Antropólogo y Mg. En pedagogía
Docente asociado UPB- Bucaramanga.  Email: oscar.rueda@upb.edu.co

Foto archivo personal: Estación de Metrolinea Hormigueros
El Sistema Integrado de Transporte Masivo del Área Metropolitana de Bucaramanga (Metrolinea) y los problemas de movilidad en la ciudad se han convertido en un tema recurrente desde el inicio del mismo en 2006. Las críticas de los usuarios por el mal servicio prestado y el caos de movilidad generados desde su implementación son frecuentes.
Con estos antecedentes, en 2014 los estudiantes de la asignatura “Antropología en la cultura” emplearon la técnica de observación participante para verificar los motivos de estas irregularidades. Resultado de esto, se caracterizaron algunas de las “conductas infractoras” e identificaron las normas que más comúnmente se incumplen por parte de los usuarios y personas que laboran en la empresa:
No pisar o ubicarse sobre la línea amarilla: Despeje de las salidas de los articulados.
Conductas agresivas entre usuarios entre usuarios y empleados.
No pago del pasaje (colados). Personas que al usar el metrolínea, por no pagar el pasaje, brincan o revierten las barandas e ingresan alterando el funcionamiento de las puertas.
Estas conductas son reflejo de lo que el doctor en Ciencia política Mauricio García Villegas (2009) conceptualiza como las tres mentalidades incumplidoras más comunes en nuestro contexto: el vivo, el rebelde y el arrogante. El vivo que se agrupa en las puertas de las estaciones cuando hace trasferencia de un articulado a otro para ganar primero los puestos vacíos o en las del articulado para su comodidad, obstaculizando la salida y entrada del sistema. El rebelde que no paga el servicio por estar en desacuerdo con el sistema, con su funcionamiento e imposición como sistemas de trasporta exclusivo o por considerar altas estas tarifas. El altanero que se desentiende de los problemas de movilidad en la ciudad por considerar que afectan solo a los “pobres”. En resumen, los usuarios pisan las líneas amarillas, al ingresar al bus no despejan las puertas, ingresan sin pagar o se suben con objetos grandes, cajas y animales, prestan poca atención a las normas que exigen ceder las sillas para las personas discapacitadas y adultos mayores. ¿Qué hacen nuestros representantes frente a esta situación? Actualmente, la respuesta ha sido reformular el código de policía nacional.
El nuevo código de policía incluye sanciones como las siguientes:
“Comer o fumar en el sistema de trasporte masivo $80.000”
“Impedir el ingreso o salida de mujeres mayores, al igual que empujarlos dentro del sistema de trasporte masivo $ 80.000”
“Dañar, bloquear y destruir puertas de estaciones o buses de articulados del sistema masivo de trasportes $ 325.000”
“Colarse en el sistema de trasporte como transmilenio $325.000”
Parecen desconocer estas normas la importancia de no descuidar un aspecto clave para conseguir el éxito de la política pública y es el siguiente: la colaboración entre las restricciones culturales y políticas minimiza el uso de la coerción. Es decir, incrementar la percepción de legitimidad de las políticas públicas reduce la necesidad de coerción social. Es necesario, así, aumentar la civilidad antes que imponer sanciones a las conductas infractoras. Este es un aspecto clave en la propuesta política del antropólogo Antanas Mockus: “Coherencia entre la ley, la norma y la costumbre: Para que las reglas sociales se cumplan sin conflictos ni contradicciones es importante que la ley, la norma moral y la costumbre sean coherentes entre sí. Cuando el Estado no ha ganado el respeto de los ciudadanos, es fácil que se generen normas o prácticas que se aceptan socialmente pero son legal y moralmente inaceptables. Para recuperar el respeto a la ley y a las normas, es importante transformar las costumbres y hacer ver las implicaciones morales de ellas.”.
Punto a favor para las instituciones educativas de la región que apuestan por la formación ciudadana y en valores. Particularmente, dado a que la civilidad supone superar las lógicas que motivan estas conductas infractoras y exige reconstruir los valores que soportan un conjunto de normas mínimas y comunes necesarias para el buen funcionamiento del sistema.
Recordar la importancia de los valores en situaciones como las expuestas puede parecer una formula simplista. Sin embargo, los resultados de estudios sobre el tema son elocuentes en confirmar que sanciones como las materializadas en el nuevo código de policía no son únicamente ineficaces en su objetivo, sirven para erosionar los valores que sustentan su cumplimiento al desplazar la moral e imponer principios propios de las racionalidad de los mercados reflejadas en sanciones principalmente económicas. Sobre el tema, sugiero leer el libro de Michael J. Sandel “Lo que el dinero no puede comprar”.
Ahora bien, es urgente considerar una reforma en nuestros valores como requisito para racionalizar las condiciones de movilidad en las ciudades contemporánea. Por ejemplo, el sociólogo Óscar Iván Salazar en su artículo “De liebres, tortugas y otros engendros” sugiere el término “automovilidad” para explicar la preferencia de los ciudadanos actuales por medios de trasporte que ofrecen una combinación de autonomía, autodirección y movilidad, aspecto que no es compatible en muchos casos con los medios de trasporte público. Complementariamente, no deja de tener sentido considerar lo que afirma Fidole Ballén (miembro de la Comisión Nacional del Servicio Civil) y es lo siguiente: Resulta urgente considera las exigencias cada vez mayores entre los usuarios y empresas de transporte por reducir los tiempos de desplazamiento; resultado de lo cual, si bien, los nuevos medios de trasporte han facilitado nuestro desplazamiento de un lugar a otro, sus condiciones de funcionamiento se pagan con el desmejoramiento de la calidad de servicio a los usuarios, particularmente, de aquellos que viven en los extremos de la ciudad y carecen de medios de trasporte privado (2007).
Por supuesto, no pretendo negar que gran parte de los problemas del actual sistema de trasporte “Metrolinea”  pueda ser reflejo de deficiencias en el servicio y precariedad en la planeación realizada para su implementación. Con todo, aún estos aspectos pueden ser considerados resultado de la exigencias de formación ciudadana y en valores, pues en su ausencia lo público y la política son gobernados por intereses particulares (GARCÍA, Ricardo & SERNA, Adrián, 2002). Situación a la que dedico el resto de esta reflexión y que se resumen en la siguiente afirmación de algunos de mis estudiantes: Colombia tiene gente pero le falta pueblo.

Colombia. Un paradójico recuento de sus pasos hacia el desarrollo

Los problemas de movilidad urbana fueron tema recurrente durante el pasado “Seminario internacional de estudios del patrimonio industrial”, evento realizado este año en la ciudad de Bogotá. Recuerdo especialmente las presentaciones del arquitecto Pedro Pablo Rojas y la antropóloga Mónika Therrien, referidas en este mismo orden a dos innovaciones del transporte que ha conocido nuestro País en el pasado: El ferrocarril y el Tranvía de Bogotá. Respecto a los ferrocarriles de Colombia, el arquitecto Pedro Pablo Rojas recordaba la enorme inversión que representó para nuestro País abandonar el ferrocarril y adecuarse a las condiciones requeridas por los automóviles, especialmente, construir vías terrestres para comunicar el territorio nacional. Esto, con el propósito de modernizar el transporte. Con el tiempo, el asfalto cubriría y remplazaría a los rieles, mientras en otros lugares del mundo los ferrocarriles conservan su importancia como sistema alternativo de trasporte. Respecto al tranvía de Bogotá, Mónika Therrien comparaba las críticas que este sistema de trasporte generó en su momento entre los usuarios y la prensa local, y las que actualmente se conocen sobre el sistema de trasporte Transmilenio a causas de las evidentes deficiencias en el servicio. Recordemos, en ambos casos las innovaciones en el trasporte fueron motivadas con el interés de modernizar el país, es decir, por considerarse evidencia de atraso los medios de transporte tradicional y a los nuevos como el futuro.
Resultado de esto, el ferrocarril y el tranvía quedarían en el pasado, el primero, por considerar que el automóvil era el futuro y, el segundo, tras quedar sepultados sus rieles mientras la ciudad se cambiaba a otras formas de trasporte.
Pareciera ser que en nuestro tiempo la historia se repite con similares manifestaciones: el desconocimiento de las realidades locales y la reducción del concepto de desarrollo al de modernización.
La foto  siguiente pertenece al auditorio de la Academia Colombiana de la Lengua en Bogotá, lugar donde se sucedieron algunas presentaciones del Seminario. Las estatuas que rodean el auditorio son filósofos y escritores clásicos: Sócrates, Aristóteles Dante... etc. No sé qué opine ustedes, pero considero paradójico que los debates sobre la corrección o incorrección idiomática y las decisiones sobre las normas gramaticales, permanezcan severamente vigiladas bajo tan imponentes personajes. Paradójico, pues lo poco que conozco de las instalaciones del Congreso y otras instancias gubernamentales donde se toman decisiones sobre la movilidad urbana, obedecen a un panorama diferente y preocupante... A nuestro sabios y eminentes magistrados sólo los vigila una solitaria Dama y, por si fuera poco, una que trae vendado lo ojos (le llaman Justicia)... Este es el escenario donde se decide el futuro de nuestro País.

Foto archivo personal, Auditoria  de la Academia Colombiana de la Lengua (Bogotá)

Bibliografía:

Ballén, Fridole. Derecho a la movilidad. La experiencia de Bogotá, D.C. Prolegómenos - Derechos y Valores. Volumen X - Nº 20 - Julio - Diciembre 2007
García, Ricardo &Serna, Adrián. Dimensiones Críticas de lo Ciudadano: Problemas y Desafíos para la Definición de la Ciudadanía en el Mundo Contemporáneo. Bogotá: Universidad Distrital Francisco José de Caldas, 2002
García Villegas, Mauricio. Normas de Papel: La cultura del incumplimiento de reglas. Bogotá: Siglo del hombre editores, 2009
Salazar, Óscar. De liebres, tortugas y otros engendros: movilidades urbanas y experiencias del espacio público en la Bogotá contemporánea. En: Revista Colombiana de Antropología Volumen 49 (2), julio-diciembre, 2013
Sandel. Michael J. Lo que el dinero no puede comprar. Los límites morales del mercado. Bogotá. Random House Mondadori, 2013
Rutto M., Alejandro.  Antanas Mockus: su propuesta política En: Diario Maicao al día, 27 de marzo de 2010

domingo, 19 de julio de 2015


Por qué Vegueta nunca logró vencer a Goku. Un elogio a los maestros

Por Oscar Eduardo Rueda Pimiento. MG. en Pedagogía
Docente en el departamento de formación Humanística
UPB- Bucaramanga


“¿A qué mapas laborales responde, y qué futuro proyecta para el país, la educación hoy  -desde la primaria a la universitaria- si la investigación científica y la innovación tecnológica no hacen parte de lo que los jóvenes tienen por, y valoran como, cultural?”
       Jesús Martín-Barbero. En: Colombia: ausencia de relato y desubicaciones de lo nacional                                                                                                                                   


Francisco Cajio suele afirmar en sus conferencias que un buen profesor es aquel que es capaz de enseñarnos algo acerca de algo. Esta fórmula resulta bastante correcta si repasamos la historia de nuestras escuelas desde sus orígenes hasta hoy. Con todo, existen otros elementos en esta ecuación que se suman como resultado de una nueva concepción de la educación en lo que la antropóloga Margaret Mead considera las sociedades configurativas (donde los jóvenes se educan entre ellos) y prefigurativas (donde son los jóvenes quienes empiezan a educar a los adultos) (Feixa, 2012). Circunstancias que en conjunto exigen a los maestros anticiparse a estos cambios y adaptarse a una realidad en la cual: Primero, los nuevos conocimiento se vuelven obsoletos muy pronto y se multiplican exponencialmente; segundo, los descubrimiento científicos y su acelerado avance plantean serios dilemas éticos; y tercero, educar es responder a nuevas preocupaciones como sucede con la desigualdad social y problemas de sustentabilidad ambiental, entre otros.
Es más, estos cambios se reflejan en aspectos cotidianos dentro del aula de clases y exigen a nuestros maestro acostumbrarse a un nuevo modelo de estudiante; por un lado, necesitado de grandes dosis de motivación para aprender, es decir, más tendente a las acción y poco a la reflexión, más familiarizado con las imágenes y textos multimediales que con la lectura y razonamientos lógicos. Aspectos que imponen a los profesores asumir funciones y desempeñar roles tradicionalmente menospreciados en la concepción moderna de nuestras escuelas como tener personalidad afable, sentido del humor, etc.
Adicionalmente, las condiciones actuales de trabajo en muchas instituciones educativas se alejan bastante de ser las adecuadas. El estándar de contratación supone a los maestros asumir compromisos académicos en condiciones de trabajo que favorecen la improvisación y menor disponibilidad en el tiempo de dedicación a sus cátedras, aspecto que desconocen los compromisos académicos que un maestro asume fuera del aula de clases. Al respecto, y si existen dudas acerca de cuán importante es el tiempo que el maestro dedica a sus cátedras, consideren si se debería permitir a un cirujano ingresar a tratar a un paciente sin estar preparado para esto. Ciertamente, se pueden considerar que esta comparación no es justa, que un cirujano puede matar o mutilar trágicamente a un paciente, pero un mal profesor puede hacer algo peor: puede mutilar el amor por una disciplina y matar toda pasión por el saber. Aquellos que se dedican a enseñar podrían fácilmente evaluar la magnitud de este acto.
Sin duda, existe un consenso casi generalizado sobre la importancia de la educación. Sobre este punto, el siguiente comentario puede ser muy ilustrativo. En un artículo publicado por la revista semana en la sección de Finanzas personales se hizo una recopilación de las enseñanzas de vida que dejó la serie animada “Dragonball”, entre estas lecciones se menciona la siguiente:
“El maestro Roshi fue el mentor de Goku y Crillin quienes, sin su asesoría, quizá no hubieran alcanzado las habilidades que lograron gracias al entrenamiento.
Los profesores se convierten en personas que dan guías para afrontar batallas y luchas que, muy seguramente, ellos ya vivieron.”


Los maestros pueden generar grandes cambios


El maestro Rochi fue uno entre la gran lista de maestros que acogieron a Goku en las diferentes temporadas de esta serie. La importancia de las enseñanzas que recibiría de cada uno de sus maestros es referida en un video titulado al igual que este artículo “Por qué Vegueta nunca logró superar a Goku”:
Goku tuvo de maestro a Rochi que le enseñó el “kame hama ha” con el cual logro vencer  a muchos de sus enemigos.
Además, entrenó con Kamisama y con Kaiosama que le enseñaron la “genkidama” y el “Kaio Ken” sin los cuales no habría podido vencer a Vegueta y a Freeeze.
Otros maestro le enseñaron la tele trasportación y en Dragon ball GT tuvo la ayuda del anciano supremo Kaio
Así las cosas, Vegueta nunca logró vencer a Goku debido a que él carecía de maestro en sus entrenamientos. Claro, entrenaba fuertemente y sin embargo: nunca expandió sus límites por falta de conocimiento nuevos y tampoco expandió su repertorio de lucha al no tener compañeros de entrenamiento.


 Investigación y docencia en la trasformación del País

El 21 de julio de 1994 diez de las mentes más brillantes del País presentaron una propuesta para transformar la educación y así aportar a la trasformación de algunas tristes realidades de Colombia. El resultado de esta reunión fue un informe titulado “Colombia al filo de la oportunidad”. 20 años después resulta necesario preguntarnos por las condiciones actuales de la educación y los cambios que se han realizado en pro de abrazar esta propuesta. Es decir, convertir la educación en un elemento central de la fórmula que permite sacar a una nación de las condiciones de desigualdad y pobreza históricamente heredadas.   
Por supuesto, en el centro de este debate se encuentra la responsabilidad que tiene las universidades como condición para el cambio o la preservación de esta realidad. Aspecto importante. En particular, considerando que a menudo se habla del fracaso de nuestro sistema educativo. El más claro argumento es el hecho de que grandes artistas, científicos y pensadores del mundo "fracasaron" en la escuela. Albert Einstein, Steve Jobs, García Márquez, por mencionar solo algunos de estos genios y exitosos en diversos campos, no lo fueron en la escuela. Seguramente, la lista es más larga. Ahora, parece que esta fórmula se aplica igualmente a la inversa (es decir, pocos de nuestros estudiantes exitosos tendrán éxito en el mundo “real”). ¿Qué ocurre entonces?
Por un lado, la explicación más popular señala la incapacidad de la escuela para corregir aspectos fuertemente arraigados de nuestra realidad; esto por representar sólo una de las instituciones (y posiblemente la menos atractiva) que se ocupan de la socialización de las nuevas generaciones. E incluso, se suma a esto el abandono presupuestal al cual somete el Estado a la educación pública en la actualidad. Como resultado, tras un primer momento de optimismo la situación se invierte brindándonos una relación pesimista de las posibilidades de la educación en la trasformación del País. Por supuesto, existen fundamentos para esta interpretación. Con todo, no siempre es la falta de escuelas el problema, y sí la calidad de la educación. Es más, sobre este aspecto el sociólogo cubano Alain Rodríguez ofrece una aproximación diferente y digna de mención al recordarnos que equiparar educación con institucionalidad, es decir, con la falta de maestros y escuelas, es negar que todos tenemos un protagonismo incuestionable en la trasmisión de conocimiento. (Rodríguez, 2010)
Por esto es pertinente buscar otras explicaciones para el fracaso de nuestro sistema educativo. Al respecto, se suelen criticar las relaciones que en la actualidad mantiene las universidades con la realidad, especialmente, cuando generan profesionales sin la capacidad de conseguir crear puentes entre la realidad y el mundo de la academia. Una situación en la cual nuestras instituciones educativas se asemejan cada vez más a la extravagante sociedad que el escritos irlandés Jonathan Swift imagina viviendo Academia de Lagado, una isla voladora donde sus habitantes ocupan todo su tiempo en una actividad intelectual obsesiva sin objeto y en proyectos absurdos, algo llamado ciencia. Sobre el tema, Estevan Krotz afirma que la ausencia de producción de conocimiento científico en las universidades latinoamericanas y, particularmente, nuestra incapacidad para producir conocimiento científico social con dos situaciones. Primero, nuestras universidades tiene un objetivo diferente a generar conocimiento, su objetivo es producir egresados. Segundo, sus egresados son usualmente preparados por profesionales que tampoco participan en la generación de conocimientos y que enseñan simplemente a “aplicar” conocimientos procedentes de otras partes del mundo. Ciertamente, es alarmante que en esta fórmula ambas situaciones sean resultado de las condiciones que ellas mismas originan, profundizando aún más  el vacío de conocimiento científico, resultado y causa a partir de la cual se perpetúa esta situación.
Es más, la situación de Colombia es compartida por otras naciones que arrastran desde tiempo atrás problemas culturales sociales y económicos que entorpecen su desarrollo. (Yao, 2014) Algunos de los más evidentes se presentan a continuación:
         La investigación científica no es apoyada, como resultado países extranjeros extraen los recursos naturales pues en el país no hay o no se promueven conocimientos para esto.
         La educación no es preponderante en los planes del gobierno.
         La investigación social es escasa en aspectos relacionados con nuestras culturas, expresiones artísticas y formas de desarrollo éticos/locales.
         El racismo, la desigualdad social y discriminación sigue siendo una barrera para el desarrollo.


Formación científica: Relaciones entre saber y saber hacer

Las relaciones entre saber y saber hacer son ciertamente complejas. Sobre esta situación los ejemplos abundan en el campo de la medicina. A los hechos me remito:
En 1630 fue fijada una placa a un muro de Milán (ciudad de Italia) como escarnio público de los acusados de extender la peste por la ciudad, esta placa afirma lo siguiente: “Aquí en este espacio se encontraba la bodega de Gian Gaicomo Mora que con la complicidad de Güigielmo Piaza, comisario de sanidad pública y de otros conspiradores en el furor más atroz de la peste preparándolo un ungüento mortal y asperjándolo - esparcir en menudas gotas un líquido- procuraron un atroz final a muchas personas” (al respecto es necesario recordar que este hecho tiene lugar siglos antes de la teorías microbianas). Asimismo, desde tiempos antiguos el suministro de agua de las ciudades sitiadas fue contaminado con desechos y carcazas de cadáveres putrefactos o arrojando a los enfermos en ellas, esto como una forma de eliminar al enemigo.
Casi 200 años después, los discurso de algunos higienistas colombianos culparon a las nocivas influencias que el medio no higienizado e indomesticado ejerce sobre los procesos fisiológicos (entre esto la presencia de mendigos en las calles), como el origen de ciertas epidemias; claro ejemplo de la persiste de la teoría Miasmática a pesar de la difusión en Colombia de la teoría microbiana de Luis Pasteur; se pensaba según esto que: “las enfermedades agudas, febriles, purulentas y contagiosas, eran producidas por los miasmas, partículas pútridas que surgían de la tierra en descomposición y provocaban la corrupción del aire, envenenándolo. Esta misteriosa materia insalubre se pegaba luego de persona a persona, o del animal a los seres humanos, por el aliento o por el contacto físico y, de las personas se adhería a las cosas y viceversa, tal como se pega a ellas el perfume (según decía Ambrosio Paré)”. (Quevedo, 2004: 87)
En resumen, saber y saber hacer (a pesar de ser las dos caras de una misma moneda) no se encuentran siempre asociadas.  
En nuestro contexto esta disociación entre ambas realidades es evidente. El profesor alemán Robert M. Zingg desarrolló los conceptos de “cultura genuina” —que es armoniosa y equilibrada— y “espuria”, considerado esta última como aquella en la cual por acción u omisión se priva a los seres humanos de la posibilidad de cultivar plenamente sus potencialidades y medios necesarios para lograr sus metas. Nuestra cultura científica escolar puede ser fácilmente caracterizada como “espuria”. Ciertamente, esto no significa una ausencia de cultura científica y responde mejor a malas prácticas educativas, creencias y acción establecidos por la costumbre, donde la realidad cotidiana no representa ningún interés. Sobre el tema, el científico genetista colombiano Emilio Yunis Turbay afirma que la investigación científica no es un aspecto central en nuestras vidas, es marginal.
Las relaciones Ciencia, Tecnología y Sociedad se encuentran, como resultado,  oscurecidas por la presencia de mitos (Frankenstein, el aprendiz de brujo, Prometeo, Los supersónicos, etc.) y es desde estas ideas que se consideran sus consecuencias para la humanidad como negativas o ingenuamente utópicas. Así, prevalecen sobre  la Ciencia los siguientes presupuestos:
a)         Una visión optimista de los avances en ciencia y tecnología a causa de la certeza de sus posibilidades para conducirnos inequívocamente al “progreso” y a la posible solución de todos los problemas (la vejez, la enfermedad, la esclavitud, la muerte).
b)         La ciencia y la tecnología son consideradas como fuerzas destructoras y con un componente inevitable de deshumanización en las condiciones de existencia propiamente humana.
d)         Se cuestiona la C&T por sus resultados negativos en la trasformación de la realidad y meramente instrumentales; un enjuiciamiento moral que no está dirigido a la ciencia en sí sino a sus usos y aplicación, es decir, la tecnología.  

Las universidades tienen una gran responsabilidad frente a esta situación. Se explica entonces que para Ramón Muñoz Chápuli (Catedrático de la universidad de Málaga, España) sea lamentable que nuestras universidades se estén convertido en lugares donde se asiste a “tomar apuntes, se vuelve a devolver los apuntes en exámenes y se va con un título”; es decir, el precio de haberse convertido en escenarios con carácter exclusivamente profesionalizante. Así, es evidente que esta desarticulación entre la producción de conocimiento científico y la enseñanza universitaria es cara en el sentido pedagógico. Acaso el aspecto responsable de que el amor al conocimiento, que debería profesar la educación superior, sea considerada algo excéntrico (Wiesenfeld & García, 2009); antes que una alternativa del cambio social. En resumen, es urgente cambiar las condiciones que en la actualidad limitan la participación de las universidades en la producción de nuevos conocimientos y revertir éste en la trasformación de la realidad. Especialmente, al ser la educación el principal mecanismo para dinamizar la productividad y la mejorar manera de lograr la equidad social, según nos recuerda el Antropólogo y exalcalde de Bogotá Antanas Mockus.

Reflexiones finales:  

Aristóteles posiblemente fue uno de los primeros filósofos en reconocer que tener conocimientos de ética y ciudadanía no hace necesariamente a alguien una buena persona o un buen ciudadano (esto, considerando que la ética y civismo corresponde a valoraciones que se hacen como reflexión sobre la acción y no a un conjunto de instrucciones a las que se deba ajustar el comportamiento humano). Es más, es poco prudente considerarlos como tal. Así las cosas, la educación ética y ciudadana son solamente una orientación para la vida y acción en la realidad social.  
Ciertamente, existen dudas acerca de las posibilidades de la educación en la trasformación de la realidad social y el comportamiento promovido por las otras instituciones de socialización. Esto, considerando que en la universidad, como en la propia vida, una cosa son los valores declarados otra los practicados, afirma el Profesor Víctor R. Martín Filorino (2012). Ciertamente, los autores del informe “Colombia al filo de la oportunidad” no compartían estas dudas y ellos deberían ser nuestros mentores.


BIBLIOGRAFÍA

FEIXA, Carles. Escuela y cultura juvenil: ¿matrimonio mal avenido o pareja de hecho? En: Revista Educación y ciudad, N° 18. Revista del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, Ed. IDEP, 2010, Pp. 7 -19
KROT, Estevan. La generación de teoría antropológica en América Latina: Silenciamientos, tensiones intrínsecas y puntos de partida. En: Magurare. Revista del departamento de antropología. No 11 -12. Ed. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1996, Pp. 25 -39
MARTÍN FIORINO, Víctor R. Universidad socialmente responsable: Universidad éticamente inteligente. Megatendencias sobre la vida, lo humano y el futuro. En: Opción, vol. 28, núm. 68, mayo-agosto. Ed. Universidad del Zulia: Maracaibo, Venezuela, 2012, Pp. 233-240.
QUEVEDO V., Emilio. Cuando la higiene se volvió pública. En: Revista de la Facultad de Medicina-Universidad Nacional de Colombia, 52(1), Enero-Marzo, 2004. Pp. 83-90.
RODRÍGUEZ, Alain. La cultura en el desarrollo. En: Antropología y desarrollo. Encuentros y desencuentros. COLECCIÓN PUNTO DE PARTIDAS. Centro Nacional de Superación para la Cultura. La Habana, 2010. Pp. 11 -121
WIESENFELD, Kurt & García, Leonardo. (2009). Cómo se consiguen las buenas calificaciones. En: REVISTA Universidad EAFIT. Vol. 45. No. 156, octubre, noviembre, diciembre 2009
YAO, Jean-Arséne, Cultura y emergencia en África Central: Una aproximación teórica. Humania del Sur. Año 9, N° 16. Enero—Junio, 2014. Pp. 119—130

CIBERGRAFÍA: 

Curiosidades Dragon ball porque Vegeta no supero a Goku.  Publicado en el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=YP6qFPgrt_8
Finanzas Personales Las lecciones de vida que usted nunca creyó aprender de Dragon Ball. En: http://www.finanzaspersonales.com.co/hogar-y-familia/articulo/las-lecciones-vida-usted-nunca-creyo-aprender-dragon-ball/56189
Conferencia del científico colombiano Emilio Yunis Turbay - Perspectiva actual de la ciencia en Colombia. Para la Cátedra Ciencia y Libertad en la Universidad de Medellín. 2014. En el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=2fEjLu1G9lw
Conferencia “Determinismo Biológico. No culpen a los genes”, impartida por el catedrático de zoología de la Universidad de Málaga Ramón Muñoz Chápuli. 2013. En el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=FzV-UJh4d44


miércoles, 17 de junio de 2015

Negros o “gente de color”.  Reflexiones en torno a la del lenguaje “políticamente correcto”


"Es bueno recordar que existen silencios que pueden ser más destructores que una verdad aceptable: las palabras “políticamente incorrectas”, el tabú que rodea ciertos temas (Gays cristianos, sacerdotes pederastas) o nombres de enfermedades cuya sola mención parece contagiar, como el cáncer o el sida, el acuerdo tácito de no hablar de “ciertas cosas” y las palabras prohibidas. Todo aquello que queda englobado en la expresión “de esto no se habla”."
Palabras del escritos y ensayista Fernando Aínsa  

La siguiente reflexión es respuesta una acusación dirigida al autor de decir “negro” a uno de sus estudiante; es decir, por hacer uso de un lenguaje “políticamente incorrecto” en el aula de clase. El comentario realizado por un estudiante del curso era el siguiente: “me pareció de mal gusto que llamara a un compañero negro”. Así las cosas, consideré necesario excusarme ante el grupo y en particular, con aquellos a quienes había ofendido (es decir, mis alumnos “de color” matriculados en el curso). Es más, esta decisión se favoreció gracias a una situación particular: leí el comentario antes de finalizadas las clases y no tras finalizado el semestre, lo cual es más usual. Ahora, es probable que ustedes cuestionen esta desatención hacia los comentarios realizados por mis estudiantes por lo irresponsable. Con todo, se justifica en una particularidad igualmente extravagante: estos comentarios son posteados por los estudiantes en las encuestas de evaluación docente, las cuales se realizan durante las últimas semanas de clase.
Continuando con la historia, procedí a excusarme públicamente con los estudiantes (esto, apresar de no recordar el momento en que había mencionado la palabra “negro”). Al respecto, era evidente que (al igual que yo) muchos de los estudiantes no recordaban el incidente y afirmaron que yo no había hecho el comentario referido en la evaluación docente. Sin embargo, uno sí parecía recordar lo sucedido y según su relato el hecho se desarrolla de la siguiente manera…
Fue luego de la semana de parciales y en el momento de socializar los resultados de los exámenes. Como es usual surgió la pregunta sobre cuál había sido la mejor nota y esta nota pertenecía a J (un estudiante de color).
Según el estudiante, para aclarar quién era J. y debido a que muchos de sus compañeros no sabían de quién se trataba por el nombre, yo había mencionado que era un “negro” que se sentaba casi siempre en las últimas filas del salón.
Comprendiendo la situación procedí a disculparte con J. por el comentario. Sin embargo, me sorprendió su respuesta:
-          Profe, usted no tiene que disculparse. Yo soy negro, mi mamá es negra y también mi papá. O ¿yo también debo disculparme por ser usted blanco?
Ahora, cuando mencione la situación y la respuesta del estudiante a un colega, él (como aporte) me recordó la historia apócrifa del negro que con desdén explica al blanco lo inapropiado de adjetivo “gente de color” al afirmar lo siguiente: Cuando usted está asustado dice que se pone blanco del susto, si está enfermo se pone verde o amarillo, si está enojado “se pone rojo de la ira”; y aun así persistes en afirmar que soy yo el hombre de “color”.

***
No voy  a discutir en este escrito la importancia que tiene el lenguaje que usamos en la forma en como pensamos el espacio, el tiempo y las relaciones con los demás (que, por supuesto, estoy dispuesto  a reconocer). Al respecto, sugiero leer el artículo “Lenguaje, pensamiento y género” de José Biedma López. Eso sí, pretendo reiterar la lección que aprendí de uno de mis maestros en la universidad (el antropólogo Edgar Bolívar), para el cual de poco sirve modificar nuestra forma de hablar y no las condiciones que originan la desigualdad entre los seres humanos. Por su puesto, su comentario era una crítica al uso de masculinos y femeninos al referir profesiones, públicos y colectivos sociales como una manera de combatir la “invisibilidad de lo femenino”. A mi parecer, el tema del racismo merece una crítica similar.
Por un  lado, respecto a la raza es necesario recordar que esta es una categoría performativa, a decir del antropólogo JarisMujica. Cuenta el antropólogo en la entrevista que años atrás, mientras hacía un trabajo de campo en la mitad de la sierra central del Perú (en Guancadelica) y llegando a un pequeño pueblo a los 4.000 metros sobre el nivel del mar, un grupo de niños campesino (o hijos de campesinos) de la escuela pública del lugar se acercaron y le preguntaron:
-              ¿Usted es gringo, señor?
El antropólogo explica que, si bien, nunca se consideró a sí mismo como un gringo, encontró interesante el comentario por causa de dos acontecimientos similares (uno ocurrido antes y otro después).  Cuando, viviendo en Europa, un amigo sueco y otro danés dijeron que por su aspecto él era “un típico ejemplar del indio latinoamericano”. En efecto, el antropólogo tampoco se había visto como tal.  La pregunta, entonces, es:
 El antropólogo de la historia, ¿Es gringo o indio latinoamericano? ¿O, acaso, ambos?
 Las categorías clasificatoria establecidas entre los grupos humanos (sin importar si esta se asigna a partir del color de la piel o por la cultura o clase social de origen) son siempre una construcción social y como tal, una realidad que se modifica según el contexto y los valores que se le asignan a las diferencias dentro de cada cultura. Origen, en muchos casos, de una errónea comprensión de la manera como se relacionan los grupos humanos y el encubrimiento de estas realidades empleando retoricas de víctimas y culpables o haciendo uso de discursos donde existen pobres y salvadores, según nos advierte Gustau Nerín en el libro “Blanco bueno busca a negro pobre”.
Por otro lado, La raza no es una categoría científica y únicamente nos permita clasificar a los seres humanos según criterios estrictamente antropométricos para la antropología física (esta convicción la compartimos todos los antropólogos). Con todo, comparto con el estudiante negro de esta historia la convicción de que la raza no debería ser relegada a la condición de tabú lingüístico, pues esto supone encubrir una realidad: el hecho de ser los seres humano los únicos responsables de asignar a las palabras la función de envilecer y denigrar a otros seres humanos. Es más, que el uso de un lenguaje políticamente correcto no libera de la responsabilidad de construir sociedades día con día menos políticamente correctas y más solidariamente correctas; es decir, realmente justas y no sólo formalmente preocupadas por el reconocimiento de nuestras desigualdades.


Fin.

jueves, 26 de febrero de 2015



Ideologías de género y sus manifestaciones en la historia de una mujer lobo y un caso de brujería pertenecientes al folclor de la Península ibérica durante los Siglos XVI y XVII

“El monstruo es un ser diferente ¿Pero diferente de quién?" se pregunta el autor del libro "Los monstruos y El psicoanálisis"....  Se trata de una pregunta valida si se considera que la tesis del autor es la siguiente: "la construcción de la normalidad, el estigma y la discapacidad, son factores relacionados de alguna manera con la monstruosidad".  



Resumen: El siguiente trabajo explora las manifestaciones de monstruosidad femenina presentes en dos historias del Siglos XVI y XVII donde se relatan casos de brujería, el de una mujer lobo y el de un monstruo que se engendró en un cuerpo de un hombre. Criaturas monstruosas, algunas referidas a las relaciones naturaleza/cultura y a las representaciones dicotómicas masculino/femenino, de interés por su empleo para reforzar las condiciones de desigualdad entre los géneros. Con esto en mente, se seleccionaron estas historias al considerar que pueden arrojar luces sobre los códigos de feminidad normativos en los Siglos XVI y XVII, gracias a las líneas que separan lo normal de lo amenazante y de las principales características estructurales y simbólicas presentes en los textos estudiados.


Introducción:

El mito, la leyenda y la historia sirvieron en diferentes circunstancias como fuentes para conocer el pasado, lo cual controvierte en inusual el actual reconocimiento de los dos primeras como fuentes inválidas para rastrear nuestro pasado, para hacer historia; es más, es posible que este consideración del mito y leyenda como fuentes invalidas se deba a un motivo circunstancial, resultado de las metodologías de investigación consagradas por los historiadores positivistas y decimonónicos del siglo XIX. Caso contrario, mitos y leyendas convivieron con la historia desde sus orígenes y sus relaciones fueron, a menudo, reconocidas. Según Alejandra Ramírez y Agustín Celis la actual frontera entre estos conceptos tiene origen en su asignación a campos distintos del conocimiento y no en su capacidad para reflejar la realidad:
“La palabra “mito” procede del vocablo griego muqos (mýthos), que significaba “discurso”. Sin embargo, los griegos disponían de otra palabra con el mismo significado y ese era el vocablo lógos (logos), al que se relacionaba con la racionalidad y la escritura, por lo que, poco a poco, se modificó el significado de “mito” y pasó a emplearse para designar a los “relatos ficticios”, irracionales o simplemente orales. Y de este modo se llegó a establecer la distinción entre las “creencias míticas”, fundamentadas en una tradición popular, y las “creencias lógicas”, basadas en la Historia y la Ciencia. Se cree que fue Heródoto, allá por el siglo V a. de C., quien formuló por primera vez la noción de historia, distinguiendo entre la narración fabulosa, encarnada en el “mito”, y la narración veraz, expresada en el “logos”.” (Ramírez & Celis, 2006)
La distinción entre estas dos formas de narración de los hechos no sería, así, invariable a lo largo del tiempo, acentuándose o disolviéndose por momentos. La Edad Media, por ejemplo, es uno de los momentos en la historia de occidente donde aún resulta complejo mantener las fronteras establecidas por Heródoto y defendidas por algunos historiadores. Por un lado, gran parte del conocimiento y materiales que hemos heredado de esta Época sugieren que estas fronteras eran reconocidas aunque no determinantes en términos de su consideración como fuentes validas o no de conocimiento. (Le Goff, 1999) Por otro, cualquier historiador estaría de acuerdo en que despreciar estas fuentes es dejar de lado uno de los materiales más completos (en cantidad y posibilidades) para acceder a las ideologías y formas de pensamiento hegemónicas en este momento histórico. Seguramente, esto quedará claro cuando se presenten las dos historias seleccionadas para su estudio, esto considerando que en ambas se conjuga la lo maravilloso y cotidiano. Aspecto que explica su elección.    


El Monstruo y el pensamiento medieval

La Edad Media fue un momento en la historia de occidente bastante interesante para el estudioso de monstruos y monstruosidades. Monstruos fueron considerados los habitantes reales e imaginarios de diversas porciones del mapa, elefantes, jirafas, rinocerontes, pigmeos e individuos marcados por tristes malformaciones, en resumen, animales y grupos humanos actualmente no considerados como tales, y no exclusivamente resultado de la imaginación o de los más diversos procedimientos de fabricación, como lo son cinocéfalos, sirenas y centauros. Se trata ciertamente de un concepto bastante amplio y heterogéneo si se pretende respetar la forma en que este concepto fue empleado desde la Antigüedad clásica y durante la Europa Medieval. Por tal motivo, las próximas páginas se ocupan exclusivamente de los monstruos humanos y sus manifestaciones de interés.
El monstruo humano se asocia a los estándares de humanidad normativa impuestos por las diferentes culturas. (Bello, 2008) Vladimir Acosta (1996) en el libro “Humanidad prodigiosa” describe estos monstruos como seres reales o imaginarios que bordean lo humano y que por su existencia suelen representar diversos problemas no sólo religiosos, sino filosóficos y culturales. Al respecto, afirma Emma León:
“Lo cotidiano- en donde cada quien se inserta-  es la vara de medida para clasificar la extremosidad de las diferencias y de las variaciones catalogadas de extraordinarias, ya que en su campo es vital es establecimiento, la institucionalización y la defensa de la normatividad. Por tanto, definir lo excesivo de una alteridad tiene fines didácticos e implica movilizar y graduar las fuerzas del mantenimiento, de la supervivencia y de la continuidad del orden social” (León, 2011: P. 127)
El monstruo se caracteriza, así, no por compartir características anómalas y sí por oponerse a los órdenes impuestos a la realidad por una cultura, es decir, por su oposición a lo posible o cotidiano. Ciertamente, esto no implica que los ojos debidamente familiarizados por la cotidianidad se encuentren libres de ver emerger en lo diferente la monstruosidad. El monstro es a veces un compañero cotidiano y su presencia entre nosotros lo convierte en chivo expiatorio y al servicio de intereses políticos. Así sucede con los monstruos referidos en este trabajo.


Mujeres y monstruos

Las brujas y otros monstruos femeninos fuero material frecuente para alimentar el miedo en la Edad Media. Las explicaciones de estos miedos como manifestación de ideologías de género orientadas a desprestigiar y menoscabar el poder de las mujeres, son comunes. (Kappler, 2014 y Castellanos, 2009). Para interpretaciones alternativas se puede consultar a Marvin Harris (1998) y (Centini, 2012) Por lo general, ambas explicaciones se consideraran complementarias en el actual trabajo. Al respecto, basta con recordar que para Aristóteles la mujer es en sí una monstruosidad, por representar una desviación de la norma que establece que lo semejante (lo masculino) de debe engendrar a lo semejante, y estas ideas pudieron haber pasado fácilmente a la Edad Media junto a otras tradiciones latinas. (Sanchez, 1994) La tradición bíblica no fue más benevolente en este aspecto. Resultado de esto, los monstruos femeninos en el mundo medieval se pueden considerar encarnación de estas ideas y principalmente aquellos que parecen emerger de ellas, como las brujas y mujeres lobos.
Licantropía supone la metamorfosis del humano en animal, proceso que se encuentra presente en numerosas tradiciones y pueblos a lo largo de la historia. El significado que cada cultura asigna a este proceso es, por supuesto, diverso, y mientras para algunas culturas este proceso de transformación es considerado como trascendencia a un estado superior, permitiendole a los humanos compartir cualidades que los animales poseen y el hombre no, como la intuición, la clarividencia, la sabiduría, etc. (condición representativa de los medicine-man y chamanes), en el pensamiento medieval esta trasformación presupone siempre una caracterización regresiva y negativa. Así sugiere que se deben entender estas diferencias Alfonso M di Nola en la introducción  al libro por Erberto Petoia “Vampiros y hombres lobos”.  (1996, P. 15) Por ejemplo, los rasgos que aproximan a los hombres y a las bestias son asumidos como signo de condición racial y moral subhumana (Boia, 1997).
Por su parte, la bruja, afirmaría Claude Kappler, es la forma más monstruosa de la mujer: “La mujer y progresivamente la bruja, acabarán siendo monstruos (2004: 299). Esta condición parece confirmar la función sociológica sugerida por el autor para varios de los monstruos femeninos presentes en el mundo medieval: “Parece que cada sexo puede ver en su opuesto un “monstruo”, o al menos un objeto que inspira temor. Pero en las sociedades en las que es el hombre quien esencialmente manifiesta su pensamiento, quien escribe, quien actúa, este temor tiende a expresarse en un solo sentido”.  (P. 299)


La mujer lobo de Apchon

El lobo es entre los pastores y agricultoras europeos de los siglos XVi – Xvii, la más temida expresión del mal (Caro, 1992). Las historias de hombres lobo encontrarían de esta forma, un terreno fértil. En estos contextos
Fue, sin embargo, en el año de 1257 cuando algunos casos populares de hombres lobo y -junto a estos- otras formas de brujería que se manifestaban permitiendo la transformación de humanos en animales, despiertan la atención de las autoridades eclesiásticas, primero, y de los poderes civiles, después. (Fondebrider. 2004, P.101) Convirtiéndose pronto en un tema de discusión durante el siglo XVi – Xvii. Las explicaciones que se dieron a este hecho en épocas posteriores son diversas. Quizás generalizando, se pueden resumir en dos posturas: Autores para los cuales los casos de hombres lobo son manifestación de una simple enfermedad (mental o física), lo cual supone poner en duda su origen sobrenatural y la terrible condena a la que había sido sometidos muchos desgraciados por el diabólico delito de transformarse en lobo, y autores para los cuales se trata de una manifestación más de la presencia del mal entre los hombres y pedían se castigara a los culpables como responsables de sus actividades. Con todo, existen posturas que podemos considerar intermedias y son aquellas defendidas por quienes (sin negar una participación maléfica en estos casos) consideran estas trasformaciones como puras ilusiones oficiadas por el Diablo.
Vladimir Acosta (1996) en el tomo 2 del volumen “Humanidad prodigiosa”, considera que una  lectura más apropiada del hombre lobo medieval es la del doble y es precisamente por causa de esto que no resulta exagerado suponer que la mujer de la siguiente historia escrita por el inquisidor Henri Boguet corresponde a dos personajes diferentes y arquetípicos: las mujer buena y mala.
El inquisidor francés Henri Bouguet publica, en 1590, esta historia y sobrevive hasta nuestros días gracias a su registro en el libro Discours des Sorciéres. Algunas de estas historias se encontraban fuertemente arraigadas en el folclor popular del momento y, manifestación de estos, existen historias similares e, incluso, repetidas en las obras de otros autores, como sucede en la historia de Raimbaud de Auvergne, referida por Gervase de Tilbury entre 1210 y 1214, y el relato escrito por Jean  Nynauld, en 1657, (Fondebrider, 2004: Págs. 97 y 24). Sobre la historia elegida sin embargo es importante aclarar que sugiere algunos de los miedos compartidos por el autor y sus lectores e, incluso, pudo ser considerada como un acontecimiento histórico real. Así lo confirma la estructura y procedencia relato:


“El hombre lobo de Auvernia

En el año 1588, en un poblado a dos leguas de distancia de Apchon, entre las montañas de Auvernia, un hidalgo (gentil hombre en el original) vio una noche desde su ventana a un cazador al que conocía y le pidió que le explicara a su vuelta cómo le había ido la caza.
El cazador le prometió que así o haría; mientras se dirigía hacia la llanura, vio venir a su encuentro un gran lobo (“gros luops” u hombre lobo, en el original). Le disparó con su escopeta, pero falló el tiro. El lobo se lanzó contra él y lo atacó furiosamente. El cazador se defendió y, con el cuchillo de caza, le cortó la pata derecha; el lobo, herido, hoyó y no volvió a aparecer.
Puesto que se acercaba la noche, el cazador se dirigió a casa de su amigo, quien le preguntó si había tenido buena caza. Él sacó del zurrón la pata que había cortado al presunto lobo, pero se quedó muy sorprendido al ver aquella zarpa convertida en una mano de mujer, con un anillo de oro en el dedo que el hidalgo reconocí como el de su esposa. Así pues, fueron a buscarla y la encontraron junto al fuego, escondiendo el brazo derecho bajo el mandil. Puesto que se negaba a destaparlo, su marido le mostro la mano que había traído el cazador; aquella infeliz, desolada, confesó que, en efecto, había sido ella quien atacara al cazador, bajo la apariencia de hombre lobo; esta confesión fue comprobada cuando acercaron la mano a su brazo. De hecho, ambas partes encajaban perfectamente. El marido, airado, entregó a la mujer a la justicia; fue quemada en este mundo, para arder eternamente en el otro.”
Nota: Versión de Erberto Petoia Págs. 198-199, tomada de la obra de M. Collin de Plancy, Dictionnaire Infernal, París, P. Mongie, 1826, tomo II, pág. 473-

Los diferentes elementos de esta historia se explican fácilmente en un análisis del contexto histórico donde tiene origen.
La bruja encarna el aspecto nocturno de la mujer (Kappler, 2004: P 301). El lobo, por su parte, fue un peligro real para las personas que habitaron en diversas regiones de Francia durante los siglos XVi – Xvii y en especial, para las de las áreas más rurales. Daniel Farson sugiere que al igual que el vampiro encontró su hogar tradicional en el Este de Europa, los hombres lobos parecen haberlo encontrado en los bosques de Francia (Farson, 1976: P 55) y es de allí de donde procede la anterior historia: Auvernia, región central de Francia. La licantropía, sin embargo, es una condición normalmente asociada con lo masculino, sus características (apariencia, comportamiento, etc.) así permiten suponerlo. Se más, el hecho de que el masculino genérico “hombre lobo” se emplee para identificar todos estos casos, incluso el nuestro donde una mujer es su principal protagonista. Con todo, es un gracias al análisis estructural de los temas y categorías de opuestos presentado por esta historia que se puede arrojar nuevas luces sobre su significado subyacente.

Temas
Relaciones entre opuestos
Lugares
Catillos
Bosque
Anatomía
Mano
Pata
Estructura social
Noble
Plebeyo
Clases sociales
Trabajo intelectual (nobles)
Trabajo físico (plebeyos)
Roles de genero
Actividades masculinas (cacería)
 Actividades femeninas (Hogar)
Ideologías de genero
Mujer sometida (argolla)
Bruja (transformaciones)


El binomio mano/pata refieren algunas de la oposiciones propuesta en el imaginario medieval sobre el cuerpo humanos y animal, su composición y las jerarquías que existen entre las diferentes partes de la anatomía como reflejo de  las relaciones que existen entre naturaleza y cultura. Es más, el cuerpo humano fue interpretado a partir de una analogía que lo hacía similar al orden social vidente, donde la cabeza tenía la función dirigente  y la importancia de las demás partes de la anatomía va disminuyendo a medida que se acerca a las extremidades inferiores. (Le Goff & Truong, 2005 y Kappler, P. 44) Con un propósito similar, el binomio noble/plebeyo, castillo/ bosque y entre los roles sociales del momento, simplemente, replican la estructura social y cosmogónica en torno a la cual se estructura el relato; así que voy a detenerme únicamente en explicar dos de esta oposiciones.
El binomio castillo/bosque fue muy importante en el imaginario cartográfico medieval y particualrmente, gracias a sus relaciones con el tema del miedo y seguridad (Delumeau, 2012) Es así, común encontrar en diversos relatos que el bosque se convierte en un lugar temible y en escenario propicio para la fuga o refugio de fieras salvajes o, al menos, en un territorio fronterizo entre la naturaleza y cultura. No se trata así, de una elección accidental: Los bosques, las montañas y el mar fueron lugares de rechazo, miedo y aprehensión hasta finales del Siglo XVII. (J. Le Goff, 1999) Se pueden considerar, incluso, algunos de los lugares que menciona la historia como de origen toponímico y no topográfico.
El binomio Mujer sometida / bruja es otro aspecto importante. La mujer sometida y la mujer maléfica como categorías en conflicto y su empleo como principio para clasificar los roles género no son exclusivos de las tradiciones populares y se encuentran presentes los cuentos de hadas. Y en ambos casos no sólo estructuran la diferencias entre estas dos conjuntos de categorías, también, se establecen jerarquías valorativas que orientan en la construcción de lo bueno y lo malo, de lo correcto e incorrecto, de lo superior e inferior. Aspecto clave para entender el hecho de que fueran las mujeres solas y son hijos (viudas o solteras), curanderas y  sanadoras populares reconocidas como sabias, las principales víctimas de estas acusaciones.  (Peréz, 2007)
Las mujeres (al igual que otras modalidades que existe de representar la alteridad humana) tienden a ser representadas por extremos polares, buenas/malas, civilizadas/primitivas, Feas/seductoras, repulsivas-por-diferentes/fascinantes-por- seductoras) (Hall,2011(1997))El monstruo se encarna así en el “otro” y el “otro” no se encuentra exclusivamente definido por las fronteras entre los géneros, se manifiesta, además, en el mundo animal y en las exterioridades de la geografía conocida. Como resultado, fuera del orden de lo conocido y normativo. Su hibridez, por tal motivo, no es accidental. Se trate de exterioridades geográficas (el bosque), sociales (siervos y plebeyos) o de género (mueres y brujas), el monstruo, afirma Emma León (2011), deviene en un amasijo de atributos imposible de conciliar para los sectores responsables de fabricar y difundir su monstruosidad, asignándoles una condición ambigua y fronteriza.
Existe, como ésta, grandes diferencias entre la licantropía femenina y masculina


La mujer lobo de Apchon y el hombre lobo de Petronio 

El caso de la mujer lobo de Apschon es poco común en dos aspectos. Primero, su protagonista (la licantropía normalmente tiene por protagonistas a un hombre. Segundo, se trata de una historia donde elementos dispersos del folklor de la época (la facultad de trasformación reconocida como facultad característica de las brujas y la mano mutilada que al final de la historia sirve para identificar al responsable de las fechorías cometidas por un animal salvaje), se integran en un relato. Así, existen historias similares (cuanto menos en el desenlace) pero con protagonistas masculinos, en el libro “Otia Imperial” (Acosta, 1996; t. 2: 16) y un relato anterior incluido en el libro el Satiricón, atribuida al escritor y político romano Petronio. Esta historia, sin embargo, pertenecen a contextos históricos y sociales diferentes (Roma imperial no Europa medieval) y esto explica sus elementos estilísticos propios. Con todo, el texto escrito por Petronio es un antecedente importante del género y reúne muchos de sus elementos que, posteriormente, se vuelve inmortales para este género: una luna llena, una noche de aullidos y un recorrido por un camino despoblado. Veamos una de estas historias:

“En la época en que todavía era esclavo vivíamos en el barrio Angosto, donde ahora está la casa de Davila, Allí, así lo quisieron los dioses, me enamoré de la mujer de Terencio el posadero – había conocido a Melisa la tarentina, bonita como una perla redonda- pero a mí, por Hércules, no me interesaba por su físico ni por la cuestión sexual, sino porque era una buena persona. Si algo le pedí, nunca me lo negó; ganaba un as, yo tenía medio; se lo daba todo a guardar y nunca me defraudó. A su contubernal[1] le llegó el último día en su casa de campo. Y por ello removí Roma con Santiago por ver cómo podría presentarme junto a ella porque en las ocasiones se conoce a los amigo.
Por suerte mi amo se había ido a Cápua para vender unos viejos vestidos. Aprovechando la oportunidad convenzo a un huésped nuestro de que me acompañe hasta el quinto miliario. Era un soldado fuerte como el Diablo. Nos largamos, más o menos, al canto del gallo; la luna lucía como si fuera medio día. Llegamos a uno sepulcros: mi hombre se pone a hacer sus necesidades entre las estelas. Yo me siento canturreando y cuento las estrellas. Enseguida, cuando volví a mirar, mi compañero se desnudó y puso todos sus vestidos junto al camino. Me quedé sin resuello, quieto como un muerto. En esto meó alrededor de sus vestidos y, de repente se convirtió en lobo. No penséis que estoy bromeando, no lo haría por nada del mundo. Pero, como estaba diciendo, después de convertirse en lobo empezó a aullar y huyó al bosque. Yo, al principio, no sabía dónde estaba; después me acerqué a recoger sus vestidos pero se habían convertido en piedra. Decidme si no era para morirse de miedo. Sin embargo tiré de espada y- por Hécate- fui matando sombras hasta llegar a la casa de campo de mi amiga. Entré como un fantasma, el alma se me iba a borbotones; el sudor me corría por entre las piernas; los ojos muertos, apenas conseguía recuperarme. Mi melisa me vio, andando por ahí tan tarde, y me dijo: “Si hubiéras llagado antes por lo menos nos hubieras ayudado: un lobo entró en la finca y degolló todo el rebaño, como un carnicero. Pero no se rió de nosotros, aunque se escapó, en efecto, u esclavo nuestro le atravesó el cuello con una lanza.”.

Cuando oí esto abrí unos ojos como platos y, en cuanto se hizo día, salí huyendo como el posadero desplumado, y cuando llegué al lugar aquel donde los vestidos se habían convertido en piedra no encontré más que sangre. Pues bien, cuando llegué a casa, mi soldado yacía en la cama como un buey y un médico le curaba el cuello.me dí cuenta de que era un hombre lobo y, después de esto no pude probar bocado a su lado, así me amataran.
Allá lo cada uno piense de esto, yo, si miento, que caiga sobre mí la ira de vuestros genios”.

Nota: La historia pertenece a Petronio y se encuentra en los capítulos 26 y 27 de su obra literaria “El Satiricón” Versión de M. C. Diaz y Diaz. Alma Mater. Barcelona 1968 Vol. 2


Ciertamente, el desenlace común de ambas historias, es decir, el hecho de que lo que ocurre al lobo ocurre a quien se transforma en él, tiene una explicación. Manuel Sánchez sugiere que el principio por el cual se transfieren las heridas que recibe el animal al protagonistas cuando este vuelve a la forma humana como una expresión más de la creencia en la “magia por simpatía” y les asigna el nombre “una herida por simpatía”. (Sánchez; 2002: 433) Por esto, resultan de más interés las diferencias entre ambas historias. Al respecto, destacan 2:

1. La licantropía supone en ambos relatos una experiencia regres1va, con todo, en el relato de Petronio es resultado de invocar voluntariamente ciertos conjuros; esto es, resultado acciones intencionales y no como castigo o intervención de poderes maléficos ajenos (así, este licántropo no sólo se transforma asimismo en lobo sino que orina sobre sus ropas y las transforma en piedra). La historia de mujer lobo de Apshon, por su parte, mantiene en el misterio el carácter voluntario de este proceso de transformación, aunque se sugiere que este poder (como es el caso de la bruja) se recibe por sometimiento al diablo y no como resultado de sus acciones voluntarias. Es más, las mujeres pueden ser consideradas como víctimas en su condición desvalida (especialmente cuando por el abandono de sus familias o esposos no cuentan con nadie más) o por culpa de su excesiva lubricidad (este es el caso de Ana María García, la “lobera”).


2. El hombre lobo en la historia de Petronio comparte cierto carácter benéfico, actúa como “monstruo presago” (Kamppler, 2004) y advertencia. La loba es, por el contrario, simplemente una criatura maléfica y su manifestación maligna. Así, en la historia de la mujer lobo su presencia es inútil como lección moral y benéfica, pues esta asecha a sus víctimas “inocentes” y sale a su encuentro motivada por su deseo de sangre. En el caso del Hombre lobo de Tarento, por el contrario, su transformación sirve para disuadir a su disoluto compañero de viaje de visitar a la viuda de la cual se encuentra enamorado y esto, si bien necesariamente no corresponde a una función benéfica, si tiene propósitos claramente moralizantes y presago.  
La mujer lobo de Apchoon comparte gracias a eso el destino de otros monstruos autómatas como Frankestein y el Golém, condenados todos a ser obra y ocasionar muertes por voluntad de algún otro. Su rol es, principalmente, pasivo. Héctor Santiesteban (2003) sugiere una clasificación específica para monstruos como el Golem y es la de los autómatas. Para este autor el Golem es además un monstruo “cuasiactivo”; categoría según la cual se le asignan ciertas restricciones en su comportamiento y responsabilidad para sus acciones:

“El cuasiactivo. Es aquél que actúa como autómata, sin numen propio. Encarna una gran fuerza desencadenada y sustraída a toda moral. Tan pronto es “bueno”  como “malo”, pero no puede decirse de él, con propiedad, que sea ni lo uno  ni lo otro. Su indeterminación  en ese sentido es debida a su falta de albedrio y decisión.” (Santiesteban, 2003: 53)


 La mujer y misoginia

El siguiente texto, cuyo título es ya bastante ilustrativo de su contenido y del contexto social en medio del cual tiene origen (“Retrato de un monstruo, que se engendró en un cuerpo de un hombre, que se dize Hernando de la Haba, vezino del lugar de Fereyra, Marquesado del Cenete, de unos hechizos que le dieron. Parteole Francisca de León, comadre de parir, en veynte y uno de Junio, de 1606 por la parte tras ordinaria”) forma parte de un Romance escrito por  Pedro Manchego en 1606:

“Abrid los ojos señores
no os fieys de malas hembras
la que mejor cara os haze
os vende en buena almoneda.
Mirad que son gusanillos
del alma y de la conciencia,
que os van chupando la sangre
qual haze la sanguijuela.
Son víboras ponçoñosas
son falsas y lisongeras,
es basilisco en los ojos
la que mejor rostro os muestra.”
Romance escrito por  Pedro Manchego, 1606



Los versos citados son suficientemente elocuentes, aspecto que facilita su análisis. El peor temor que despierta la mujer en el hombre es el peligro de ser feminizados por éstas y debilitar, con esto, las diferencias que constituyen la separación entre los géneros.
Esta supuesta habilidad de las mujeres para doblegar la voluntad masculina por medio de sortilegios o hechizo amatorias, feminizándolos, se convierte en un excusa para muchas de las persecuciones y condenas durante la inquisición. Es más, esta asociación de las mujeres a los temores relacionados con la sexualidad no parece ser accidental; resultado de circunstancias presentes en su creación edénica y de su insaciable apetito sexual, las mujeres fueron identificadas como seres monstruosos  y “símbolo de la concupiscencia”. (Beteta, 2011) Así lo consideran, al menos, los autores del Malleus Maleficarum (famoso tratado sobre brujería, escrito probablemente en 1486 y publicado en 1487)
Con todo, fue un temor que daba también a las mujeres un poder muy real y peligroso, y que, por tanto, podía servir como mecanismo informal en la defensa “contra el dominio abusivo de lo masculino”. (Castellanos de Zubiría, 2009: 226)
La belleza y monstruosidad conviven a menudo en el monstruo femenino, la maldad parece emerger con más ferocidad tas permanecer oculta en una máscara de belleza sobrenatural o tras una apariencia humana de bondad, este es el caso de algunos monstruos populares en el cine como los vampiros  y monstruos humanos como Hanibal Lecter y Jim Saw.
El caso de la belleza extrema merece, sin embargo, mención especial. Su asociación con la monstruosidad  puede ser resultado de su ubicación fuera de la normalidad, debido a que comparte con la fealdad extrema un aspecto distintivo: la belleza y monstruosidad pueden poner a prueba la solidez y exactitud de la razón (Duque, 2007: 47).
Las relaciones entre estética y miedo son, a menudo, evidentes en occidente. Las relaciones entre criminalidad y estética en el caso de las descripciones reprobatorias y pesimistas hechas por científicos sociales del siglo XVIII y XIX de los barrios marginales y sus habitantes (Miller, 1999) sirven como ejemplo. Dando fundamento a la aparición de discursos sociales legitimadores como la eugenesia y frenología que aportaban apariencia de cientificidad a estas relaciones.  
Las campañas de higiene y la salud pública son procesos determinantes y poco estudiados en la conformación de las urbes latinoamericanas, y motor importante para varias políticas de desarrollo social. La segregación social y establecimiento de áreas de tolerancia, se encuentran por  momentos cercanos uno y otro (Rueda, 2012). 
Los traslados masivos y represivos a los grupos sociales marginales, se legitiman como políticas para el control a enfermedades y mejoramiento estético de la ciudad.  

La convergencia entre belleza y perfección moral se manifiesta también claramente en el arte griego y desde ahí se extiende a casi toda la tradición occidental; pero una confusión más arriesgada y peligrosa parece fomentar la cultura del miedo en las políticas urbanas  y los medios de comunicación de ayer y hoy: la equivalencia entre Belleza y Bondad, Fealdad y Maldad. 


Conclusión:

Las  representaciones femeninas en las historias analizadas sugieren una comprensión dicotómica de las realidades apartir de las cuales se sustentan las identidades de genero masculino/femenino, al igual que las vampiresas y brujas, nobles y amadas mujeres se convierten en lobos feroces y temibles o amantes en seductora y letales enemigas.
Brujas y licántropos son, por tal motivo, monstruos en consideración a su existencia fuera de la normalidad  y de los códigos de feminidad exigidos en el momento, como veremos más adelante. (Platero & Rosón, 2012.  P. 129) Analizado a partir de su condición como criatura que se caracterizan por estar fuera de estos códigos es posible señalar dos funciones que cumplen. Sirven como metáfora (del griego μεταφορά) para la "identificación" de diferencias entre dos términos, de tal manera que para referirse a uno de ellos se nombra al otro y expresan por este medio una relación. Las metáforas configuran las estructuras discursivas y simbólicas que nos proporcionan el entendimiento de la realidad. Según esta interpretación, los monstruos femeninos simplifican las relaciones entre lo masculino y femenino facilitar su comprensión. (Platero & Rosón 2012. P. 129) Ciertamente, José Luis Cardero nos recuerda que la palabra «monstruo» comparte una afinidad reconocida con la palabra monstrare (mostrar o presentar ante alguien alguna  cosa). (Cardero, 2003)
Por otro, el monstro femenino es una anomalía (en el sentido que le asignan a este concepto la antropóloga Mary Douglas (1998) y otros seguidores del estructuralismo de Leví- straus). Su condición de  anomalía se debe a su ubicación fuera de las estructuras clasificatorias y estas, por lo general, operan en términos de múltiples “oposiciones binarias estructurales”: entre la naturaleza (nacida de una, de la tierra y del caos) y la cultura (nacida de dos, padres humanos, sociedad, familia, etc.)” y entre masculino/femenino. (Aguiluz, 2009) Sin embargo, su existencia no siempre  representa amenaza para las estructuras clasificatorias y a menudo, como en nuestro caso, sirven para reforzar las fronteras imaginadas entre masculino/femenino o legitimando las relaciones entre estas realidades. Las mujeres son esto. Los hombres no. Sirven, en resumen,  para trazar una serie de líneas que separan lo normal de lo amenazante. Por lo cual, más que una amenaza a estas ideas, la bruja y la mujer lobo parecen confirmar su condición de subordinación, al manifestar las fronteras entre los géneros y legitimar las condiciones de desigualdad.
El monstruo es, así, utilizado como metáfora para que pensemos lo no igual, lo que huye a la norma, que está en la frontera, así como el loco, el negro, el pobre según sugiere Cohen en “A cultura dos monstros: sete teses “(Citado por Hillesheim Et all. en el artículo “Sobre monstruos, cine y cuentos de hadas: intertextualidad e infancia”, 2008). Resultando de hecho, una aproximación metodológica eficaz para abordar las relaciones asimétricas de poder en diversos contextos. Algo que en sus trabajo sobre el tema Emma León (2011) resumen con la siguiente afirmación: "Las continuas trasposiciones del Monstruo en diferentes épocas y contextos obedecen generalmente a situaciones de subalteridad (a Favor y en contra) de sujetos, personas y comunidades que , por diferentes razones se encuentran en condiciones de alta vulnerabilidad material y social.". (Pág. 192)


Bibliografía:

Acosta, Vladimir. La humanidad Prodigiosa. El imaginario antropológico medieval. Tomo II. Monte Ávila editores latinoamericana. Venezuela, 1996
Aguiluz, Maya. El Lejano Próximo: Estudios Sociológicos sobre Extrañeidad. México: Anthropos, 2009
Bello, Gabriel. De la demonización al racismo (sobre la deshumanización del otro), Criterio Jurídico Vol. 8, N° 2 .Revista de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, 2008
Beteta, Yolanda.  Los delitos de las brujas la pugna por el control del cuerpo femenino. En: Cristina Segura & Isabel del Val (coord.) La participación de las mujeres en lo político. Mediación, representación y toma de decisiones, Madrid, Almudayna. 2011
Boia, Lucian. Entre el ángel y la bestia. El mito del hombre diferente desde la antigüedad hasta nuestros días. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile, 1995
Cardero, José Luis. Monstruos, muertos y dioses oscuros, el miedo y lo sagrado. Editorial Aguilar. Madrid 2007
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[1] Habitante, con otro, en un mismo alojamiento.