Metrolinea,
recordatorio a la urgencia de formar
ciudadanos en la Ciudad
Entradilla: El Sistema
Integrado de Transporte Masivo del Área Metropolitana de Bucaramanga
(Metrolinea) y los problemas de movilidad en la ciudad se han convertido en un
tema recurrente desde el inicio del mismo en 2006. El actual trabajo relaciona
los eventos más recientes con las posibilidades de intervención desde el
fortalecimiento de la civilidad.
Por:
Óscar Eduardo Rueda Pimiento. Antropólogo y Mg. En pedagogía
Docente asociado UPB- Bucaramanga. Email: oscar.rueda@upb.edu.co
Foto archivo personal:
Estación de Metrolinea Hormigueros
El Sistema Integrado de
Transporte Masivo del Área Metropolitana de Bucaramanga (Metrolinea) y los
problemas de movilidad en la ciudad se han convertido en un tema recurrente desde
el inicio del mismo en 2006. Las críticas de los usuarios por el mal servicio
prestado y el caos de movilidad generados desde su implementación son
frecuentes.
Con estos antecedentes, en 2014
los estudiantes de la asignatura “Antropología en la cultura” emplearon la
técnica de observación participante para verificar los motivos de estas
irregularidades. Resultado de esto, se caracterizaron algunas de las “conductas
infractoras” e identificaron las normas que más comúnmente se incumplen por
parte de los usuarios y personas que laboran en la empresa:
No pisar o ubicarse sobre la
línea amarilla: Despeje de las salidas de los articulados.
Conductas agresivas entre
usuarios entre usuarios y empleados.
No pago del pasaje
(colados). Personas que al usar el metrolínea, por no pagar el pasaje, brincan
o revierten las barandas e ingresan alterando el funcionamiento de las puertas.
Estas conductas son reflejo
de lo que el doctor en Ciencia política Mauricio García Villegas (2009) conceptualiza
como las tres mentalidades incumplidoras más comunes en nuestro contexto: el
vivo, el rebelde y el arrogante. El vivo que se agrupa en las puertas de las
estaciones cuando hace trasferencia de un articulado a otro para ganar primero
los puestos vacíos o en las del articulado para su comodidad, obstaculizando la
salida y entrada del sistema. El rebelde que no paga el servicio por estar en
desacuerdo con el sistema, con su funcionamiento e imposición como sistemas de
trasporta exclusivo o por considerar altas estas tarifas. El altanero que se
desentiende de los problemas de movilidad en la ciudad por considerar que
afectan solo a los “pobres”. En resumen, los usuarios pisan las líneas
amarillas, al ingresar al bus no despejan las puertas, ingresan sin pagar o se
suben con objetos grandes, cajas y animales, prestan poca atención a las normas
que exigen ceder las sillas para las personas discapacitadas y adultos mayores.
¿Qué hacen nuestros representantes frente a esta situación? Actualmente, la
respuesta ha sido reformular el código de policía nacional.
El nuevo código de policía
incluye sanciones como las siguientes:
“Comer o fumar en el sistema
de trasporte masivo $80.000”
“Impedir el ingreso o salida
de mujeres mayores, al igual que empujarlos dentro del sistema de trasporte
masivo $ 80.000”
“Dañar, bloquear y destruir
puertas de estaciones o buses de articulados del sistema masivo de trasportes $
325.000”
“Colarse en el sistema de
trasporte como transmilenio $325.000”
Parecen desconocer estas
normas la importancia de no descuidar un aspecto clave para conseguir el éxito
de la política pública y es el siguiente: la colaboración entre las
restricciones culturales y políticas minimiza el uso de la coerción. Es decir,
incrementar la percepción de legitimidad de las políticas públicas reduce la
necesidad de coerción social. Es necesario, así, aumentar la civilidad antes
que imponer sanciones a las conductas infractoras. Este es un aspecto clave en
la propuesta política del antropólogo Antanas Mockus: “Coherencia entre la ley,
la norma y la costumbre: Para que las reglas sociales se cumplan sin conflictos
ni contradicciones es importante que la ley, la norma moral y la costumbre sean
coherentes entre sí. Cuando el Estado no ha ganado el respeto de los
ciudadanos, es fácil que se generen normas o prácticas que se aceptan
socialmente pero son legal y moralmente inaceptables. Para recuperar el respeto
a la ley y a las normas, es importante transformar las costumbres y hacer ver
las implicaciones morales de ellas.”.
Punto a favor para las instituciones
educativas de la región que apuestan por la formación ciudadana y en valores. Particularmente,
dado a que la civilidad supone superar las lógicas que motivan estas conductas
infractoras y exige reconstruir los valores que soportan un conjunto de normas
mínimas y comunes necesarias para el buen funcionamiento del sistema.
Recordar la importancia de
los valores en situaciones como las expuestas puede parecer una formula
simplista. Sin embargo, los resultados de estudios sobre el tema son elocuentes
en confirmar que sanciones como las materializadas en el nuevo código de
policía no son únicamente ineficaces en su objetivo, sirven para erosionar los
valores que sustentan su cumplimiento al desplazar la moral e imponer
principios propios de las racionalidad de los mercados reflejadas en sanciones
principalmente económicas. Sobre el tema, sugiero leer el libro de Michael J.
Sandel “Lo que el dinero no puede comprar”.
Ahora bien, es urgente
considerar una reforma en nuestros valores como requisito para racionalizar las
condiciones de movilidad en las ciudades contemporánea. Por ejemplo, el
sociólogo Óscar Iván Salazar en su artículo “De liebres, tortugas y otros
engendros” sugiere el término “automovilidad” para explicar la preferencia de
los ciudadanos actuales por medios de trasporte que ofrecen una combinación de
autonomía, autodirección y movilidad, aspecto que no es compatible en muchos
casos con los medios de trasporte público. Complementariamente, no deja de
tener sentido considerar lo que afirma Fidole Ballén (miembro de la Comisión
Nacional del Servicio Civil) y es lo siguiente: Resulta urgente considera las exigencias cada vez mayores entre los
usuarios y empresas de transporte por reducir los tiempos de desplazamiento;
resultado de lo cual, si bien, los nuevos medios de trasporte han facilitado
nuestro desplazamiento de un lugar a otro, sus condiciones de funcionamiento se
pagan con el desmejoramiento de la calidad de servicio a los usuarios,
particularmente, de aquellos que viven en los extremos de la ciudad y carecen
de medios de trasporte privado (2007).
Por supuesto, no pretendo
negar que gran parte de los problemas del actual sistema de trasporte “Metrolinea” pueda ser reflejo de deficiencias en el
servicio y precariedad en la planeación realizada para su implementación. Con
todo, aún estos aspectos pueden ser considerados resultado de la exigencias de formación
ciudadana y en valores, pues en su ausencia lo público y la política son
gobernados por intereses particulares (GARCÍA, Ricardo & SERNA, Adrián, 2002).
Situación a la que dedico el resto de esta reflexión y que se resumen en la
siguiente afirmación de algunos de mis estudiantes: Colombia tiene gente pero le
falta pueblo.
Colombia. Un paradójico
recuento de sus pasos hacia el desarrollo
Los problemas de movilidad
urbana fueron tema recurrente durante el pasado “Seminario internacional de
estudios del patrimonio industrial”, evento realizado este año en la ciudad de
Bogotá. Recuerdo especialmente las presentaciones del arquitecto Pedro Pablo
Rojas y la antropóloga Mónika Therrien, referidas en este mismo orden a dos
innovaciones del transporte que ha conocido nuestro País en el pasado: El ferrocarril
y el Tranvía de Bogotá. Respecto a los ferrocarriles de Colombia, el arquitecto
Pedro Pablo Rojas recordaba la enorme inversión que representó para nuestro
País abandonar el ferrocarril y adecuarse a las condiciones requeridas por los
automóviles, especialmente, construir vías terrestres para comunicar el
territorio nacional. Esto, con el propósito de modernizar el transporte. Con el
tiempo, el asfalto cubriría y remplazaría a los rieles, mientras en otros
lugares del mundo los ferrocarriles conservan su importancia como sistema
alternativo de trasporte. Respecto al tranvía de Bogotá, Mónika Therrien
comparaba las críticas que este sistema de trasporte generó en su momento entre
los usuarios y la prensa local, y las que actualmente se conocen sobre el
sistema de trasporte Transmilenio a causas de las evidentes deficiencias en el
servicio. Recordemos, en ambos casos las innovaciones en el trasporte fueron
motivadas con el interés de modernizar el país, es decir, por considerarse
evidencia de atraso los medios de transporte tradicional y a los nuevos como el
futuro.
Resultado de esto, el
ferrocarril y el tranvía quedarían en el pasado, el primero, por considerar que
el automóvil era el futuro y, el segundo, tras quedar sepultados sus rieles mientras
la ciudad se cambiaba a otras formas de trasporte.
Pareciera ser que en nuestro
tiempo la historia se repite con similares manifestaciones: el desconocimiento
de las realidades locales y la reducción del concepto de desarrollo al de
modernización.
La foto siguiente pertenece al auditorio de la
Academia Colombiana de la Lengua en Bogotá, lugar donde se sucedieron algunas
presentaciones del Seminario. Las estatuas que rodean el auditorio son
filósofos y escritores clásicos: Sócrates, Aristóteles Dante... etc. No sé qué
opine ustedes, pero considero paradójico que los debates sobre la corrección o
incorrección idiomática y las decisiones sobre las normas gramaticales,
permanezcan severamente vigiladas bajo tan imponentes personajes. Paradójico,
pues lo poco que conozco de las instalaciones del Congreso y otras instancias
gubernamentales donde se toman decisiones sobre la movilidad urbana, obedecen a
un panorama diferente y preocupante... A nuestro sabios y eminentes magistrados
sólo los vigila una solitaria Dama y, por si fuera poco, una que trae vendado
lo ojos (le llaman Justicia)... Este es el escenario donde se decide el futuro
de nuestro País.
Foto archivo personal, Auditoria de la Academia Colombiana de la Lengua
(Bogotá)
Bibliografía:
Ballén, Fridole. Derecho a
la movilidad. La experiencia de Bogotá, D.C. Prolegómenos - Derechos y Valores.
Volumen X - Nº 20 - Julio - Diciembre 2007
García, Ricardo &Serna,
Adrián. Dimensiones Críticas de lo Ciudadano: Problemas y Desafíos para la
Definición de la Ciudadanía en el Mundo Contemporáneo. Bogotá: Universidad
Distrital Francisco José de Caldas, 2002
García Villegas, Mauricio.
Normas de Papel: La cultura del incumplimiento de reglas. Bogotá: Siglo del
hombre editores, 2009
Salazar, Óscar. De liebres,
tortugas y otros engendros: movilidades urbanas y experiencias del espacio
público en la Bogotá contemporánea. En: Revista Colombiana de Antropología
Volumen 49 (2), julio-diciembre, 2013
Sandel. Michael J. Lo que el
dinero no puede comprar. Los límites morales del mercado. Bogotá. Random House
Mondadori, 2013
Rutto M., Alejandro. Antanas Mockus: su propuesta política En:
Diario Maicao al día, 27 de marzo de 2010