lunes, 12 de agosto de 2013

¿Universidad o “empresas del conocimiento”? La universidad enfrentada a los dilemas de la modernidad neoliberal


"La peligrosa vaguedad del discurso técnico y gerencial de la política radica justamente en que ignora la pregunta de si es justo o conveniente tratar ciertos asuntos y prácticas humanas desde el punto de vista de la eficiencia. La respuesta a esta pregunta no puede ser técnica, pues es de hecho el presupuesto para que el discurso “técnico” tenga sentido y pueda ser aplicado"

Andrés Felipe Parra Ayala [1]


Se ha vuelto común identificar a las universidades como empresas de conocimiento, ya sea como una manera de explicar las características y necesidades a las cuales el mercado actual enfrenta a estas instituciones o como presentación de una estrategia que permita vincular la universidad con el sector productivo. Posiblemente esto pudiera resultar irrelevante a cualquiera, como antropólogo, no es mi caso. En parte debido a que mi formación me hace muy consciente de la importancia del lenguaje para determina nuestra experiencia con la realidad y además, debido a que desapruebo su empleo como argumento para promover un modelo determinado de gestión financiera en las universidades. Esto último es tal vez, el mejor argumento para cuestionar el empleo de analogías como “empresas de conocimiento” al hablar de las universidades, considerando que aún existe controversia al formular las relaciones entre lucro y calidad educativa.
Encuentro, sin embargo, una objeción adicional y se debe a las consecuencias que pudieran tener ciertos razonamientos y actitudes mercantiles en las instituciones educativas. Michael J. Sander, profesor de filosofía política en Harvard, ofrece en el libro “Lo que el dinero no puede comprar” diferentes ejemplos en los cuales la mercantilización de ciertas bienes y servicios regulados por normas no mercantiles ocasionan un cambio en su significado y erosionar estas normas, corrompiéndolos. Sucede así por ejemplo, cuando se intentan reducir las brechas entre oferta y demanda asignado incentivos económicos para motivar conductas deseables o convertir en mercancía aspectos de la vida social regulados por normas no mercantiles, la procreación, la ciudadanía o la reventa de entradas para quien quiera saltarse la fila de un concierto o evento público. Algo similar puede suceder en el caso de las universidades y estas consecuencia se manifiestan ya en las demandas de acortar los planes de estudio para conseguir una pronta titulación, situación que representa en muchos casos recortar los contenidos de humanidades u otros de carácter no profesionalizante. E incluso, dentro del aula de clase, con las demandas cada vez más frecuentes de los estudiantes por reducir las lecturas, trabajos y en definitiva, fomentar una experiencias de aprendizaje mucho más entretenida y relajada.
Por supuesto, ninguna de mis objeciones al uso de esta analogía significan negar la importancia que pueden tener la gestión eficaz como garantía de la sostenibilidad financiera de las universidades y simplemente, invitan a considerar importante la reflexión en torno a las características que dan origen a estos procesos. Para hacerlo, basta con recordar que esto que se analiza hoy como una novedad histórica inicia tiempo atrás, con el ascenso de las políticas neoliberales y su aplicación a los diferentes campos de la experiencia humana (la gestión del ambiente, gestión del patrimonio cultura, etc.). Suceso que motiva algunas críticas y correspondientes replicar por parte de sus defensores. Algo similar ocurre hoy con la educación. Conceptos como cobertura y rentabilidad forman parte del lenguaje que se integran en la educación gracias a estas políticas neoliberales. Aunque, con el tiempo, esta situación se extendería a otros campos de las experiencias educativa, como la enseñanza y la administración educativa, dando como resultado lo que para algunos autores representa una “Mc Donalización de las culturas educativas”, esto es, la extensión de los principios de funcionamiento de estas multinacionales de la industria de las comidas rápidas a la escuela: eficacia, control automatizado, predictibilidad rentabilidad y uniformidad –estas dos últimas especialmente preocupantes-. (Macionis John y Plummer Ken, 2011: 162)
Resumiendo, podemos decir que se trata de un paradigma procedente del mercado y que exige la adecuación funcional de las universidades a las nuevas realidades del mercado, donde el lenguaje sirve como puente entre ambas realidades; lo cual explica la importancia de repensar el uso de analogías como las anteriormente mencionadas y sugiere que esta reflexión va más allá de una preocupación por el uso procedente o no del concepto.
Como en otros campos laborales donde se replica la situación, actualmente se evidencia una desprofesionalización de la docencia, aspecto que en el caso específico de las universidades supone cambiar experiencia y autoridad disciplinar por precariedad laboral y costes bajos ¿Qué hacer al respecto?
Quizás un buen comienzo sería desnaturalizar las circunstancias en la cuales ocurren estos cambios y buscar otras alternativas diferentes a las que dictan el principio hegemónico con el cual se imponen muchos de estos procesos, pues lo contrario sería evadir la responsabilidad que actualmente tiene y debe asumir las instituciones educativas de frente a estos nuevos contextos y realidades.
Por tal motivo, considero que identificar a las universidades como “empresas de conocimiento” es “corromper”, según usa este término el profesor Michael J. Sander, varias de las condiciones que actualmente definen su identidad, como son su autonomía, compromiso y responsabilidad social, y además, desconocer su importancia como motor en la trasformación de la realidad social, su compromiso con la construcción de una sociedad más justa y democrática, como resultado de su sometimiento a las políticas neoliberales y a su invitación para emprender la “mercantilización de todas las cosas”.

[1] Doctor en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia

Bibliografía

Macionis, John y Plummer, Ken (2001). Sociología. Madrid: Ed Pearson

Sander, Michael J (2013). Lo que el dinero no puede comprar. Barcelona: Editorial Debate. 


Nota del autor: El tema de la actual entrada es discutido de forma más precisa por Christian Laval  en el libro "La escuela no es una empresa. El ataque neoliberal a la enseñanza pública", ed. Paidos, Barcelona: 2004., sugiero consultar este material a los posibles interesados.

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